Disclaimer: Escribi este texto hace dos años para una clase de la universidad. Mis opiniones respecto a este tema han ido cambiando y se han profundizado. Si bien el texto no es una representación de mis opiniones actuales, lo comparto por su caracter critico y reflexivo.
Desde el comienzo de la modernidad, tras las revoluciones y los conflictos militares, la ciencia y la innovación han sido producidas desde el mundo occidental. Principalmente por Estados Unidos y algunos países de Europa. Esta hegemonía, junto con la creciente influencia del capitalismo, le ha permitido a estos países comercializar su tecnología y reinvertir la riqueza generada para producir más ciencia y tecnología que los ayude a mantener su hegemonía; mientras tanto, países como México siguen muy por detrás en desarrollo de ciencia y tecnología y se encuentran en desventaja comparados con los países potencia.
Basta con comparar el PIB per capita generado en México con el de otros países desarrollados para entender las disparidades en productividad y desarrollo tecnológico: Mientras en Estados Unidos el PIB es de $50,000, en México solo es de poco más de $15,000[1]. De igual forma, la productividad de los trabajadores también refleja una realidad desigual: En Alemania o Francia la productividad es de casi $70 por hora, en México es solo de $17 por hora, una diferencia de casi 700% [2].
Estas disparidades permiten que las potencias sigan siendo lideres en el desarrollo económico y los países en desarrollo sigan teniéndola difícil para obtener el crecimiento económico que viene con el desarrollo de ciencia y tecnología.
En este articulo voy a explorar la situación particular de México para entender porque se encuentra en esta situación de retraso científico y cómo la puede superar para –quizás– volverse una potencia mundial. Tomare a este país como referencia para hallar patrones generales en las sociedades, que permitan entender cuales son las características de una sociedad con poco desarrollo científico y cómo puede sobreponerse a ello para generar riqueza.
Desarrollo
México está retrasado en la ciencia. Desde hace más de 20 años es el segundo país con mayor producción de conocimiento científico en America Latina. Esto no es alentador para el resto de la región pues la aportación de México al conocimiento mundial es de solo 1% (Nelly Toche, párr. 3) ¿Por qué hay una contribución tan pequeña? ¿Cómo podemos incrementarla?
El primer problema es de fondos. La Ley General de Educación, tiene estipulado que el Estado debe invertir mínimo un 8% del PIB en Educación, del cual el 1% debe ser administrado por El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) para promover e incentivar el trabajo científico en instituciones públicas. Sin embargo, la inversión en los últimos 10 años ha estado entre el 0.2 y el 0.3% del PIB y a pesar de que recibe menos fondos de los que debería, el CONACYT también malgasta parte de ellos: Entre 2013 y 2018, entregó 15,000 millones de pesos a empresas privadas de manera injustificada.
Esto demuestra que el desarrollo de la ciencia y la tecnología no es una prioridad para el Estado.
Y por si fuera poco, están desarrollando una nueva Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación que planea poner a los centros de investigación al servicio de una agenda gubernamental que busca resolver todos los problemas del país por medio de la ciencia y la tecnología y que exige relevancia práctica en la producción científica sin considerar las limitaciones que esto implica.
La política científica que se está implementando no es una de creatividad e innovación, sino una de avances incrementales.
Resulta irónico que en un mundo donde predomina la casi nula intervención del gobierno en asuntos privado, el gobierno de México se dedique a controlar la ciencia y la innovación en el país a su antojo. Esto ha sido evidenciado con el cierre de multiples programas de investigación como el programa Cátedras, que daba fondos a casi 1600 investigadores.
Al parecer, la actual administración considera que los científicos están "colgados de la nomina" — como dijo la directora del CONACYT, María Elena Álvarez-Buylla— y que solo disfrutan el dinero de las instituciones públicas sin realizar ninguna contribución significativa al conocimiento nacional. Lo que es cierto es que los sistemas de investigación tienen investigadores que realizan pocas contribuciones y tienen baja productividad, pero se debe reconocer que esto es responsabilidad de fallas sistemicas que no proveen los incentivos correctos a los científicos.
El segundo problema es de incentivos. El CONACYT implementó el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) para incentivar la creación de nuevo conocimiento en México. El programa está organizado por niveles de acuerdo a la excelencia de cada académico y le otorga al investigador un salario extra al salario que le paga la institución en la que se emplea. Para pertenecer a este sistema, los investigadores son evaluados en su productividad, calidad de su trabajo y aportaciones al desarrollo científico de México.
La implementación de este sistema, lejos de incentivar la creación de mejor investigación, ha convertido a los investigadores en mercenarios de la ciencia que buscan publicar el mayor número de artículos por año y priorizan los avances incrementales —en areas populares— para crecer su factor de impacto.
El problema de incentivos es tan grave, que ha generado una crisis de replicación en la que los resultados de cientos de investigaciones son imposibles de reproducir y terminan socavando la credibilidad de las teorías construidas sobre estos resultados y pone en duda partes sustanciales del conocimiento científico.
Los investigadores están sujetos a presiones financieras e intelectuales que los ponen a realizar investigaciones que den más dinero, lo que los obliga a dedicarse en areas con mucho dinero, publicar una inmensa cantidad de artículos – cayendo presas de la crisis de replicación — y a estancar el número de descubrimientos transformadores. Esto viene como sorpresa si consideramos que el número de investigadores en institutos y universidades privadas va al alza; pero es que las políticas implementadas hasta ahora han estrangulado la investigación y lejos de favorecer a los investigadores, han restringido la autonomía de los investigadores a la agenda del gobierno.
El CONACYT debería darse cuenta de que los descubrimientos importantes no se pueden ordenar. No son hamburguesas o tacos que uno puede simplemente aparecer con unos billetes. Lo único que podemos hacer para traerlos, es habilitar la libertad que lleva a ellos. Si nos aseguramos de que los mejores científicos en nuestro país tengan la libertad para atacar cualquier problema, podríamos sintetizar un elixir de la innovación que nos haga una civilización perdurable.
El tercer problema son las instituciones dedicadas a la investigación. Hay muy pocas instituciones nacionales que se dediquen a realizar investigación y que tengan un impacto global. Las que hay, reciben fondos públicos y se enfrentan a problemas para conseguir fondos, derivados de la dificultad para justificar la utilidad de la investigación para la sociedad mexicana. Justificar la utilidad de la investigación es otro problema grave que se tiene que solucionar y que cubriré en una próxima sección.
El sector privado invierte menos en ciencia que el gobierno: tan solo el 23% del dinero para investigación científica es contribuido por empresas privadas. Las causas para esto son diversas: no toda la ciencia tiene una aplicación industrial rápida o sencilla; la desconexión entre la academia y la industria impide que los académicos descubran areas de investigación dentro del sector privado y los costos para realizar un proyecto científico con fines de industrializarlo son altos. Esto hace que el sector privado se sienta alienado y no invierta en la investigación científica en México.
Si observamos los lugares donde se encuentran los mejores centros de investigación del planeta, nos daremos cuenta de que se encuentran alrededor de importantes comunidades tecnológicas y empresariales como Silicon Valley o New York. Muchas veces, los mismos centros de investigación reciben fondos de las empresas que se encuentran en ese lugar, y muchas otras las propias empresas construye sus propias subsidiarias para realizar investigación.
En México hay una comunidad de tecnología muy grande y el número de compañías emergentes está incrementando. Según datos de Abril del 2022 hay aproximadamente 500 compañías emergentes en México y la inversion de capital externo ha incrementado durante los últimos años. De hecho, México es hoy el segundo país con más inversion de capital de riesgo en Latinoamérica. Sin embargo, pocas de estas empresas emergentes realizan actividades relacionadas con la ciencia o crean subsidiarias para el desarrollo de investigación.
Esta disparidad entre el sector privado y la investigación científica es un problema que debe ser atendido si se quiere realizar investigación que no obedezca la agenda de un gobierno, que contribuya al conocimiento global y que tenga un impacto en la calidad de vida de la sociedad.
No digo que todas las empresas deben invertir en investigación, sino que se debe incentivar la inversión privada en investigación. Quizás ni siquiera hace falta incentivar: Solo se necesita un conjunto de locos que este dispuesto a fondear instituciones científicas en México.
La ciencia mexicana necesita mecenas benevolentes que estén dispuestos a crear más centros de desarrollo científico y tecnológico en el país. Solo así se podrá llevar a cabo una investigación autónoma, que no siga la agenda de ningún gobierno e incremente la innovación y el desarrollo científico en el país. Un ejemplo de cómo podría funcionar esto se encuentra en la antigua tradición de patronaje en la Florencia renacentista.
La familia Medici otorgo fondos a una gran cantidad de artistas hoy reconocidos como algunos de los mejores de la historia: Leonardo Da Vinci, Michelangelo, Donatello, todos recibieron fondos de la familia Medici para realizar sus magnificas obras. El dinero utilizado para sostener a estos artistas fue muy pequeño en comparación a lo que los Medici generaban, y esa inversión resulto en uno de los retornos más altos de la historia. Debemos incentivar a personas con esas cantidades de riqueza a invertir en la formación de nuevas instituciones de investigación que contribuyan al desarrollo del conocimiento científico.
El cuarto problema es de educación. Para tomarlo como un modelo de la situación global y de Mexico, el numero de investigadores posdoctorales en universidades de Estados Unidos ha incrementado constantemente desde 1977 y ahora es casi 4 veces mayor que el numero de 1973. Esto es un indicador de que hay muchos investigadores, lo que quizás crea en los gobiernos y sus instituciones de investigación la creencia de que un grupo tan grande solo puede ser efectivamente administrado con un sistema de objetivos similar a aquellos usados en la industria.
Sin embargo, la manera en que las instituciones administran a los científicos no es la discusión que debemos tener aquí. Lo que deberíamos observar es que el incremento de la competencia entre científicos, implica que los más jóvenes pierden el acceso a oportunidades. Si bien la juventud tiene sus desventajas, el potencial y la capacidad mental es su mayor ventaja contra científicos más viejos.
Aun con esas ventajas intelectuales la edad en la que los jóvenes investigadores reciben soporte independiente ha incrementado considerablemente. En los primeros años del Premio Nobel, los futuros Nobeles tenían 37 años, en promedio, cuando hacían sus descubrimientos ganadores. En años recientes esa edad ha incrementado a un promedio de 47 años, un incremento de casi un cuarto de la carrera de un científico.
Esta disparidad temporal podría atribuirse a que los científicos requieren más conocimientos que antes para realizar descubrimientos importantes. Como resultado, estudian más tiempo y envejecen antes de poder hacer su trabajo más importante. Esto podría ser un indicador de que los grandes descubrimientos simplemente son más difíciles de encontrar, pero quiero explorar una hipótesis diferente relacionada con la edad de los investigadores y su educación.
El hecho de que la edad promedio para realizar una contribución importante haya incrementado, no es culpa de la creciente dificultad del conocimiento, sino de las malas practicas educativas que se llevan a cabo en la mayor parte del mundo.
En el caso de México, los estudiantes reciben una formación integral desde la educación media superior que asegura que conozcan una amplia cantidad de areas. Cuando se gradúan de la educación superior, tienen casi 23 años, y luego al realizar estudios doctorales y posdoctorales gastan el resto de su vida productiva, resultando en esta edad tardía en la que es muy difícil realizar cualquier descubrimiento.
Si queremos que nuestra ciencia continue generando descubrimientos, debemos encontrar maneras de aprovechar la inteligencia y la creatividad de los científicos en etapas tempranas. Tenemos que buscar reformar nuestro sistema educativo de tal forma que se reduzcan los años de formación y se incremente la vida util de los investigadores. Mi borrador de una solución para esto se encontrara en una sección posterior.
Soluciones
La creación de conocimiento de manera efectiva presupone la existencia de infraestructura institucional adecuada, financiamiento e integración en la comunidad científica. Es por ello que hallar una solución a los problemas arriba mencionados incrementara las capacidades de México y el resto del mundo para realizar innovación y enfrentar los retos que se le ponen enfrente a toda la humanidad.
Hay una acción que tiene el potencial de solucionar la mayor parte de estos problemas: Inspirar. Si volteamos a ver la historia de la humanidad y las razones detrás de nuestra motivación a crear, explorar tierras nuevas y mejorar procesos, podemos encontrar una vision, una mentalidad de hacer el futuro diferente y mejor de lo que es hoy.
Para cultivar esta vision, tenemos que trabajar para expandir la imaginación de las personas e inspirarlos a realizar acciones que parecen imposibles. La manera más sencilla de realizar esta labor es a través de la ciencia ficción, el acercamiento al mundo material y las relaciones con la industria. Por ejemplo, imagina cómo se vería nuestra civilización en el año 2300. Ahora averigua qué clase de avances tecnológicos, teóricos y prácticos se tienen que realizar en el futuro cercano para llegar a esa etapa. Ahora escribe un texto o haz un dibujo, promueve tu vision del mundo con los demás.
También necesitamos más celebraciones directas de la innovación en la cultura popular, lo que significa, para empezar, menos películas de ciencia ficción enfocadas en las mil maneras en las que la tecnología nos puede matar y más enfocadas en la invención, exploración y en como se vera el mundo del futuro.
Construir una visión inspiradora del futuro es el primer paso para hacer clara la necesidad de mejores políticas que apoyen a a la ciencia. Películas que promuevan la capacidad de los jóvenes en la ciencia puede ayudar a tomar con seriedad a cientos de jóvenes científicos que desaprovechan gran parte de su carrera científica en subir los escalones del estatus académico.
Otra manera de inspirar es dandole a la ciencia y a la innovación una cara. Hoy en día hay pocos nombres o leyendas vivientes que se encuentren presentes en la imaginación de los jóvenes o de los intelectuales. Debemos darle un rostro a la investigación con el que la sociedad se pueda sentir identificada e inspirada para realizar cambios en su entorno.
Cultivar esta vision de mejorar en toda la sociedad es el primer paso para generar un cambio en las instituciones y dinámicas en el sistema científico. Después de esto podremos realizar políticas que promuevan la creación de instituciones de investigación privadas o independientes del gobierno, se podrán crear programas que den libertad y confianza a los investigadores para explorar los problemas más interesantes para ellos y se podrán realizar mejoras a las instituciones educativas que permitan el entrenamiento de científicos altamente calificados.
Discusión
Hasta ahora, todo el articulo ha estado orientado hacia un tema en especifico: la investigación científica está estancada y tenemos que sacarla de ese apuro. Sin embargo, hay autores que no ven esto como algo malo o creen que el enfoque en corregir esta situación a través de mejoras en las instituciones sociales no es el camino más efectivo para resolver el problema.
Holden Karnofsky considera que si, deberíamos esperar que el número de ideas nuevas sea reducida con el tiempo y que la unica manera de contrarrestar esta dinámica es con un incremento del número de personas teniendo ideas a través de un incremento en la población o un crecimiento de la "población efectiva", es decir incrementar el numero de personas que tienen la oportunidad de innovar y tener ideas.
Estoy de acuerdo en que debemos realizar un gran esfuerzo para incrementar el número de personas en una posición en la que puedan realizar investigación y tener nuevas ideas. Aún así, no habra un retorno a la inversion efectivo si no mejoramos las instituciones también. Sí con el numero actual de investigadores las instituciones son incapaces de elaborar mecanismos adecuados, el escenario para lidiar con un mayor numero de personas en el estado actual de las instituciones se ve como un completo caos.
Otro argumento que considero importante mencionar es el de la poca importancia de la innovación frente a los problemas del mundo, y de Mexico actualmente. Puede que haya quienes opinen que los países subdesarrollados no deberían invertir dinero ni atención en mejorar sus sistemas de investigación o en tener mejores ideas. Sin embargo, esta es la razón precisa por la que estas naciones deberían poner sus esfuerzos en la innovación. En un mundo gobernado por economías con grandes brazos de investigación y desarrollo tecnológico, la única oportunidad que tendrán las naciones menos poderosas de posicionarse en el mercado es realizando investigaciones únicas que les permitan ser los lideres en industrias nuevas.
También pueden encontrarse contraargumentos contra la idea de que el sistema educativo sea el responsable de la disminución de la productividad de los científicos. Quizás esta disminución en la productividad si sea porque se requiere más conocimiento para realizar nuevos descubrimientos y si se hicieran cambios al sistema educativo solo tendrían un impacto positivo por unos años para posteriormente volver a estancar la productividad de los científicos debido a la nueva cantidad de conocimiento necesaria para realizar un descubrimiento.
Para este problema no hay una solución inmediata dentro de las instituciones sociales. Sin embargo, la creación de nuevas herramientas del pensamiento que reduzcan la dificultad y el tiempo para comprender nuevos conceptos podría ser una solución sostenible en el futuro. A lo largo de la historia ha habido una infinidad de herramientas del pensamiento como el calculo integral inventado por Newton y Leibniz que han permitido al hombre simplificar operaciones complejas y enfocarse en realizar actividades cada vez más difíciles. Mientras se continue con la creación de estas nuevas herramientas, junto con las mejoras en el sistema educativo, el labor científico podrá tener un crecimiento constante, enfrentando pocos - y espero cortos- periodos de estancación científica.
Conclusión
La ciencia en México —y en el mundo– tiene muchos problemas que no se pueden resolver de la noche a la mañana. Para incrementar la producción científica en México se necesita invertir una mayor cantidad de fondos públicos y privados. Como la inversión pública está limitada y condicionada por una agenda política, lo único que nos queda es confiar en que el sector privado incremente su inversión en investigación y desarrollo. Veo una área de oportunidad para esto dentro de las empresas de tecnología que han surgido durante los últimos 10 años. Estas deben invertir en la formación de instituciones de investigación y preocuparse por generar nuevos conocimientos, que quizás en el futuro les abran la puerta a nuevas oportunidades de negocio.
Además, se deben de corregir los problemas de incentivos que el Sistema Nacional de Investigadores trae consigo. Debemos encontrar una mejor manera de incentivar la ciencia de calidad, una que no dependa de arbitrarias cantidades de artículos publicados o de buenas relaciones sociales. Se le debe dar autonomía a los científicos para que desarrollen investigaciones, que a simple vista no tengan utilidad práctica, y se puedan convertir en contribuciones relevantes para la mejora de la sociedad humana.
El pueblo mexicano debe darle más importancia a corregir estos problemas y muchos otros para llegar a un nivel donde su contribución científica al mundo sea igual o mayor a la de otros países desarrollados. Sí queremos vivir en un México mejor, debemos invertir en la ciencia y la tecnología, pero también debemos invertir en inspirar a las nuevas generaciones y en crear mayores oportunidades para que más personas se involucren en la innovación y la ciencia. Debemos de hacer visibles a nuestros científicos y crear obras culturales que motiven a los ciudadanos a ser creativos, a imaginar un futuro diferente y a buscar formas de hacerlo realidad. Solo así podremos ver mejoras significativas en nuestra calidad de vida y existencia.
Referencias
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